"Epidermis"
En su última edición, el semanario Búsqueda transcribe un jugoso diálogo en donde el canciller Gonzalo Fernández declara que "detesta" a la prensa "por una cuestión de epidermis". De esta manera, otro miembro del gobierno dispara sobre los periodistas, una actitud que va reclutando adeptos en las alturas del poder.
Parecería que a medida que se acerca el final de su mandato, crece la sensibilidad en la piel de los gobernantes. En tren de imaginar la causa de esa aversión de Fernández, cabe pensar que es su reacción ante las críticas que recibe por la opaca actuación de la cancillería. El último ejemplo de ello es la pobre gestión de la diplomacia uruguaya en la conferencia contra el racismo.
Es inquietante este pertinaz ataque a la prensa por parte de figuras del gobierno. Pionera en la materia fue la ministra de Salud Pública, María Julia Muñoz, alegre denunciante de un supuesto "eje del mal" integrado por periodistas que complotaban para enturbiar la imagen de la izquierda gobernante. Esa acusación la formuló después, en persona, el propio Presidente de la República, Tabaré Vázquez, quien mencionó a algunos medios de comunicación como instrumentos destinados a hacerle oposición.
Por esa brecha se lanzaron con gran entusiasmo algunos funcionarios como fue el caso del subdirector de información de Presidencia que insultó a un periodista radial o el asesor de la ministra Daisy Tourné que pretendió expulsar del hall del ministerio, de muy malos modos, a un periodista de esta casa. La propia ministra del Interior suele descargar su ira contra el periodismo de tanto en tanto.
Esa postura recurrente de culpar de todos los males al mensajero sin atender a los errores propios, está alentando en nuestro país una tendencia a presionar a la prensa mediante comentarios despectivos como el de Fernández o con amenazas más o menos epidérmicas como las que practican algunos funcionarios de menor cuantía.
Que se sepa, todos los partidos políticos uruguayos se declaran democráticos, razón por la cual deberían recordar que sin una prensa libre de presiones no puede haber auténtica democracia.
Fuente el Pais
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